22 junio 2020

Domingo XII del Tiempo Ordinario – 21/06/2020

1. Cristo quiere liberarnos del miedo. El miedo es una condición existencial: acompaña desde la infancia hasta la tumba.

*El niño tiene miedo de muchas cosas: de ser abandonado, de la oscuridad, de quien le levanta la voz, de los monstruos, que los mayores excitan sus mente para sean buenos.

* El adolescente tiene miedo del otro sexo, de la timidez, de la inferioridad…

    * El adulto tiene miedo a la angustia del mundo, del futuro, advierte su vulnerabilidad en un mundo violento y enloquecido. A estos miedos se añaden los creados por el mismo progreso tecnológico: la contaminación, el Covid19…

¿Cuál es tu miedo? ¿Qué es el miedo? Es una manifestación de nuestro instinto de conservación. Es la reacción ante una amenaza transportada a nuestra vida, la respuesta a un peligro verdadero o presunto. Desde el peligro mayor de todos, que es la muerte, a los peligros concretos que amenazan nuestra tranquilidad o seguridad física o afectiva.

Se puede distinguir entre miedos agudos son creados por una situación de peligro extraordinario. Ejemplo si estoy a punto de ser atropellado por un coche o si hay un terremoto. Surgen de forma espontanea y sin aviso previo. Desaparecen cuando desaparece el peligro y dejan en nosotros un mal recuerdo.

Miedos crónicos, los que viven con nosotros desde nuestro nacimiento o desde la infancia, que llegan a ser parte de nuestro ser.

El miedo, incluso el crónico, no es un mal es si mismo. Frecuentemente, es la ocasión para dejar ver una Valentía y una fuerza insospechada. Llega a ser un verdadero mal, que consume y no deja vivir, cuando mas que un estimulo para reaccionar y un resorte para la acción llega a ser excusa para el desfallecimiento, algo que paraliza, cuando se transforma en ansia.

Jesús ha dado nombre a las ansias mas comunes del hombre: Que comemos, que bebemos, con que nos vestimos.

La ansia llega a ser la enfermedad del siglo y una de las causas principales de infarto. La ansia es el miedo irracional ante un objeto desconocido.

Jesús condena en el Evangelio el ansia “no os preocupéis por el mañana, el mañana se preocupara de si mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal” (Mt 6, 34)

2. Cuál es el remedio que ofrece el Evangelio para vencer nuestros miedos.

El remedio se resume en una palabra: la confianza en Dios, creer en la providencia y en el amor del Padre celestial. La verdadera raíz de todos los miedos del niño es esta abandonado. Y Jesús nos asegura precisamente esto: que no seremos abandonados.

San Pablo no enseña un método practico para vencer los miedos. En la carta a los Romanos, el pasa revista en cierto punto a los situaciones de peligro y las cosas, que han amenazado hundirse en la vida: ¿Quién nos separara del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿La persecución? ¿El hombre? (Rom 8, 35ss) Con cada una de estas palabras el ayude a un hecho real, que le ha sucedido. Mira, por lo tanto, todas estas cosas a la luz de la gran certeza que tiene de que Dios le ama.

Nosotros estamos invitados a hacer lo mismo. A mirar nuestra vida, presente y pasada, a tener a gala los miedos, que se nos arraigan, las tristezas , las amenas, los complejos, quizás tal aspecto físico o moral, que engrandecemos a fuerza de pensar en el y que nos impide aceptarnos y tener confianza en nosotros mismos, por lo tanto, a exponerlo todo a la luz de pensamiento de que Dios nos ama, tal como somos. Los miedos son como los fantasmas, tienen necesidad de oscuridad para actuar. Frecuentemente, basta darlos a conocer, darles un nombre, hablar de ellos, para que desaparezcan o se redimensionen.

San Pablo dice: ¿si Dios esta con nosotros, quien estará contra nosotros? (Rom 8, 31)

Jesús quiere liberarnos de los miedos y nos libera siempre. El sin embargo, no tiene un solo modo para hacerlo, tiene dos: o nos quita el miedo del Corazón o nos ayuda a vividlo de un modo nuevo, mas libremente, hacienda de ello ocasión de gracia para nosotros y para los demás. El mismo ha querido hacer la experiencia. En el huerto de los olivos, esta escrito: “comenzó a sentir pavor y angustia” y lo ha querido experimentar precisamente para redimir también este aspecto de la condición humana. Desde aquel día, el miedo, especialmente el de la muerte, vivido en unión con el, tiene el poder de levantarnos, mas que deprimirnos, hacer mas atentos a los demás y mas comprensivos, en una palabra mas, humanos.