16 agosto 2020

Domingo XX del Tiempo Ordinario – 16 de Agosto

San Roque, Glorioso Patrón de El Coronil.

Jesús en el transcurso de aquel mismo viaje durante el cual había multiplicado el pan y caminado sobre las aguas, llega cerca de Tiro y Sidón, al territorio habitado por paganos. Viene a su encuentro una mujer cananea, una pagana.

Hagamos un paralelismo entre la experiencia de fe de aquella mujer cananea y la experiencia de San Roque...

1.- Ella se pone a gritar “ten compasión de mí, mi hija tiene un demonio”. Está escrito que “Jesús no le respondió nada”, los apóstoles interceden por ella, no por amor, sino porque ella continúa gritándoles.

2.- Jesús responde “sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel”. En esta situación ¿qué habríamos hecho nosotros? Probablemente nos hubiéramos ido, ofendido, escandalizados y murmurando entre nosotros. ¿Este es el modo de tratar a la gente por parte de uno que se hace pasar por amigo de los pobres y de los afligidos?. La cananea no se ofende, al contrario, se le acerca y se postra delante diciéndole “Señor, socórreme”. Ante el rechazo ella intensifica la plegaria y la espera.

3.- Tercera palabra dura: “no está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Hijos son los descendientes de Abraham y perros son los paganos. Ella se mantiene firme de nuevo ante estas palabras, podemos comparar esta situación con una competición de salto de altura, a cada salto conseguido, el listón se eleva algún centímetro, en la fe sucede lo mismo. A cada dificultad superada, Dios levanta el listón, aumenta la exigencia, nos pide un acto de fe, aún más difícil. Así fue el salto final de la cananea: “los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Y Jesús contesta: “mujer qué grande es tu fe, que se cumpla lo que deseas”.

El evangelio habla del milagro de la curación de la hija, pero hay otro milagro mayor, aquella mujer ha llegado a ser una creyente, una de las primeras creyentes procedente del paganismo, antepasada nuestra.

-Si Jesús la hubiera escuchado a la primera pregunta, lo único que hubiera conseguido la mujer habría sido la curación de su hija. Jesús es un buscador de fe.

Una de las causas de sufrimiento para un creyente son las oraciones no escuchadas, Dios parece sordo, la cananea ocupa un papel de perseverancia en la oración.

Ante la pregunta, ¿cómo se puede tratar así a una madre afligida? Ya sabemos lo que había en el corazón de Jesús. Dios por tanto escucha siempre, si no escuchar es ya un socorrer. Cuando se retarda el oír de Dios, hace que nuestro deseo crezca, que el objetivo de nuestra oración se engrandezca, que pasemos de las cosas materiales a las espirituales, de las pequeñas a las grande, que Él pueda darnos más de lo que inicialmente veníamos a pedirle.

Pocas páginas de evangelio tienen un ejemplo tan fuerte en la vida cristiana, aquella mujer ha llegado a ser hija de Abraham porque “ha hecho la obra de Abraham”, ha creído.

Un gran admirador de la cananea fue san Agustín, él la recuerda cuando habla de la necesidad de orar sin cansarse.

En uno de los discursos del Señor dice: “pedid y se os dará, buscad y encontraréis...” Y así “la mujer cananea, pidió, buscó, llamó...” Hagamos de igual forma nosotros lo mismo y experimentaremos los milagros del Señor.

Aplicaciones. La interpretación que hacemos de hechos: en el Vaticano II la Iglesia abría sus ventanas a revisar criterios nacidos de situaciones históricas, se sintió llamada a actualizarse. Jesús nos llama a abrir nuestros criterios: a abrirnos con un gran corazón, dispuesto a descubrir y aceptar que se nos enseñe donde quizá menos podemos esperarlo, desde aquellos que llamamos no creyentes, desde amigos, desde los pobres (que nos evangelizan), desde acontecimientos que vemos con nueva interpretación. ¿La misma Eucaristía no nos enseña a veces algo absolutamente nuevo?  

San Roque, Ruega por nosotros.

Amén