22 agosto 2020

XXI Domingo del Tiempo Ordinario – 23/08/2020

Vosotros, ¿Quién decís que soy yo?

Jesús quiso saber la opinión de sus discípulos. A Jesús no le interesaba medir el nivel de su popularidad o el índice de su aceptación por la gente. Su finalidad era bien distinta, por ello les pregunta: “y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Esta segunda pregunta por inesperada les descoloca. Si en la primera pregunta todos respondieron, a esta segunda pregunta sólo responde Pedro: “Tú eres el Mesías, el Hijo De Dios vivo”.

Entre las dos respuestas hay un abismo, una conversión, si en la primera pregunta era necesario oír la opinión de la gente, ahora, deben mirarse hacia dentro, escuchar una voz bien distinta, que no viene ni de la carne ni de la sangre sino del Padre.

Según los Evangelios, es el primer reconocimiento de la verdadera identidad de Jesús de Nazaret. El primer acto acto público de fe en Cristo en toda la historia.
Pensemos en la estela producida en el mar por un navío, esa avanza hasta que el navío va a perderse en el horizonte. Pero, comienza con la punta, que es la misma punta del navío. Así es la fe en Jesucristo. Ella es la estela que ha ido alargándose en la historia. Y comienza con el acto de fe de Pedro, “Tú eres el Mesías, el Hijo De Dios vivo”.

Jesús usa otra imagen: “tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Jesús le cambia el nombre ha Simón, como se hace en la Biblia cuando uno recibe una misión importante: lo llama Cefas, roca. La verdadera roca, la piedra angular, es y permanece siendo él mismo, Jesús. Pero una vez resucitado y ascendido al cielo, esta piedra angular es invisible, a pesar de estar presente y operante. Es necesario un signo que la represente, que haga visible y eficaz en la historia este fundamento incuestionable que es Cristo. Y eso será precisamente Pedro, después de él, el Papa como sucesor.

Volviendo al sondeo, porque tiene una fuerte provocación para el hombre de hoy, este se desarrolla en dos tiempos y comporta dos cuestiones, nosotros no podemos dejar de plantear la pregunta: “¿En qué situación estamos? ¿Cuál es nuestra respuesta? Es fácil registrar opiniones sobre Jesús. Son incontables los libros que hacen referencia desde la filosofía, teología, literatura, ateos, etc. Todo esto permite a la persona permanecer neutral.

Entre Jesús y nosotros en este caso, se impone la pantalla protectora de las opiniones de los demás. No hay una decisión que tomar, sino preguntar a la gente y que opinen. Sin embargo cuando la pregunta es a mí, no hay escapatoria, hay que responder desde mi elección y conciencia, es como si de improviso un entrevistador te colocase el micrófono y tuvieses que responder.

Son pocos los que aceptan responder a esta segunda pregunta. Pero nosotros los creyentes debemos de dar respuesta.

El cristianismo permanece o se derrumba con esta fe. Existen edificios o estructuras metálicas hechas o construidas de tal manera, que si se quita o toca un cierto elemento se vienen abajo. Tal es el edificio de la fe cristiana, este es su punto neurálgico en la divinidad de Jesucristo.